La inocencia inocente

La inocencia inocente

1.

La vi caminando desde el otro lado de la calle. Ella trabajaba la esquina de la 3ra y 11 calle todas las noches. Sus nombre de pila era Inocencia. A ella la conozco porque me salvó de un asalto después de una noche de copas.

Varias noche me la encontré de nuevo, y cada vez platicábamos un poco más, nunca me ofreció sus servicios. Lo más cerca que llegó fue a llamarme guapo. Siempre mostró un respeto y una cordialidad hacia mí.

En una de tanta noches, la lluvia nos cayó y no teníamos a donde ir. Ella tenía que estar en su esquina esperando trabajo porque no le había salido suficiente y le tenía que pagar la cuota a su patrón. Yo no me animé a invitarla a mi apartamento, pero si logré agarrar valor para invitarla a pasar la noche en el hotel Miraflores. El cual quedaba a la vuelta. Ella sorprendida se negó quejando que no quería mezclar nuestra amistad con su negocio. La manera que la convencí fue demostrándole el frío que hacia en la calle, que iba estar mejor bajo techo. Además, allí vendían ron y que con un par de traguitos se le quitaría el frío. Pronto dejaría de llover y podría salir a la calle después. Lo que la convenció fue que además de pagar los octavos de ron, la habitación le iba a pagar por el tiempo de platica.

Entramos y ordenamos 4 octavos de ron. Después del primer octavo Inocencia se quitó los zapatos, tremendo tacón el que portaba. Ella todavía se mantenía firme en la silla mientras yo estaba en la cama recostándome contra la pared. Al segundo octavo de ron ella ya estaba en la cama sentada en la otro esquina y yo noté la fineza de sus movimientos. Para el tercer octavo yo ya estaba recostado en sus piernas y ella me acariciaba el pelo. Llegando al cuarto octavo a ella ya no se animó. La lluvia dejó de caer y ella continuó con su trabajo. Esa noche conocí la humanidad de Inocencia.

2.

Como siempre todo sucede los lunes. La carrera había empezado, luchando por un espacio en la fila para el baño. Siempre corriendo contra el reloj para llegar a tiempo a la parada del bus. El desayuno fue un clásico una champurrada y un café enfriado para que bajara rápidamente por la garganta. Como siempre regresé a mi cuarto para decirle adiós a Inocencia, mi mascota, un lindo hámster.

En el bus la muchachada de mi clase hasta el fondo, como debe ser los de quinto bachillerato los que mandamos en el colegio. A dos cuadras me recodé que vi la tapadera de la jaula de Inocencia abierta. Por suerte había cerrado la puerta de mi cuarto y sabía que de mi cuarto Inocencia no iba a salir. Como ya me había pasado en varias ocasiones la puerta era lo que impedía la escapatoria de Inocencia. Y como todos en la casa conocen la regla de oro, a mi cuarto no pueden entrar. Yo estaba seguro que cuando regresara del colegio Inocencia iba estar en mi cuarto. Hasta era muy probable que iba a regresar a su jaula buscando su comida.

El día en el colegio se pasó como cualquier otro lunes, rápido, sin novedades, y con la pila de tareas para la semana empezándose a acumular. Mi gana de ver a Inocencia me mordía el alma. Un lindo hámster moteado beige con negro. Su cara de ratoncito lindo castigaba con ternura a cualquiera. Al bajarme del bus corrí a mi casa, especialmente a mi cuarto. Después de entrar a la casa mi celular sonó. Mi novia llamaba para reclamarme porque no le había puesto atención cuando me bajé del bus. Mientras atendía la llamada abrí la puerta de mi cuarto. A medio camino sentí que se atoraba y empujé con más fuerza. Cuando me di cuenta ya era tarde. Boté el celular, caí de rodillas, y con lágrimas en los ojos vi detrás de la puesta. En ese momento me di cuenta que había perdido a mi linda Inocencia. Ella se había escapado moviendo el guardapolvo en la base de la puerta.

3.

Inocencia tomaba de la mano a Miguel, quien iba un par de pasos adelante. Miguel llevaba la cadena que sujetaba a Rambo, quien tiraba y tiraba de la cadena. Inocentemente pensé, así funcionaba la cadena de mando en esa casa.


Sobre «La inocencia inocente»

Este cuento presenta tres maneras de interpretar la inocencia. La inocencia del comportamiento, la inocencia del dolor y la inocencia del pensamiento. Claro, habrán muchas más maneras de interpretar la inocencia.

Sobre la serie «Historias sin futuro»

Para marzo del 2018 les traigo la serie «Historias sin futuro». Una colección de narraciones cortas que describen a personas o situaciones. Estas narraciones las empecé a escribir con la intención de practicar, de ejercitar los músculos creativos y generar un proceso con la esperanza de que se convierta en hábito. Les agradezco su visita y como lo he hice con los post de enero y febrero voy a recopilarlos en un chapbook para que ustedes puedan descargar.

Si quieres descargar Hojarasca, el chapbook de Febrero pincha aquí.

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