El azadón
Vino desde el cielo y se clavo en la tierra. Chiouk, chiouk, chiouk sonaba el azadón mientras somataba el suelo con fiereza. El hombre controlaba la furia del azadón corrigiendo su fuerza desde el mango con sus manos. En uno de estos relámpagos de ira el filo del azadón cortó a la lombriz a la mitad.
En ese momento los animales de la tierra corrieron por todos lados. Se metieron más profundo en la tierra. Volaron, saltaron, escaparon, alejándose del azadón. Cuando el hombre que manejaba el azadón se fue, los animales de la tierra se quejaron con las semillas que el hombre había dejado en el suelo, implorándole a las semillas que no salieran del suelo. Que no germinara. Que se quedaran allí. La mayoría de las semillas no dijeron nada pero la voz de una de ellas se escuchó por toda la tierra. Ella dijo: «Yo soy la semilla del maíz. Mi destino es convertirme en tortilla o tamal,, por lo tanto no puedo dejar de ser el alimento del niña que crecerá para ser la presidenta del futuro».
Sobre «El azadón»
Desde un punto de vista ecológico las interacciones que suceden en la tierra son interesantemente intricadas. Desde el punto de vista antropológico la relaciones del humano con la tierra también son formidablemente complejas. En este cuento habló sobre dos elementos que conectan estos dos paradigmas el azadón y la semilla.
Sobre la serie «Historias sin futuro»
Para marzo del 2018 les traigo la serie «Historias sin futuro». Una colección de narraciones cortas que describen a personas o situaciones. Estas narraciones las empecé a escribir con la intención de practicar, de ejercitar los músculos creativos y generar un proceso con la esperanza de que se convierta en hábito. Les agradezco su visita y como lo he hice con los post de enero y febrero voy a recopilarlos en un chapbook para que ustedes puedan descargar.
Si quieres descargar Hojarasca, el chapbook de Febrero pincha aquí.
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