Bebé de la discordia

Bebé de la discordia

Cuando él nació sus padres ya eran felices. Él solo vino a aumentarles su felicidad. La discordia que el niño causó no fue entre sus padres, fue en la pareja de la vecindad. Una pareja joven que empezaban sus vidas profesionales y comenzaban a planificar su futuro.

Los alegatos empezaron a escucharse después de que vieron al niño de la discordia. Lo vieron el primer día después del cuarentena culturalmente impuesta, donde ni el bebé ni la mamá salen de la casa. No sé con exactitud si se alegaban antes de que vieran al niño. Si se alegaban antes no eran tan recios como para ser escuchados desde nuestro apartamento.

Lo que yo lograba escuchar a través de las paredes compartidas incluía frase como: «Todavía no es el tiempo adecuado», «Yo quiero avanzar más en mi carrera», o «Aun me queda tiempo». Estás frase fueron dichas por ella. Las frases que se escuchaban de él incluían: «Pero nuestros padre ya están envejeciendo», «Hay que tenerlos mientras estamos jóvenes», o «Yo trabajaré y tu los cuidas».

Los alegatos que se daban competían con los alaridos del recién nacido de la discordia. Para cuando el niño de la discordia tenía tres meses la pareja de jóvenes ya se había separado. Y al cuarto mes un nuevo inquilino ocupó ese apartamento.

Años más tarde, por coincidencia, vi a cada uno de la pareja en lugares diferentes y en situaciones muy distintas. Primero vi al joven en el parqueo de un centro comercial, trataba de hacer que sus tres hijos entraran al carro y se sentaran en su respectivo asiento de seguridad. Abrocharles los cinturones en sus sillas era una lucha entre titanes. El padre tenía tres contrincantes que berrinchaban simultáneamente. La paciencia que exudaba caía a palanganazos y se evaporaba rápidamente sobre la insistencia de sus hijos. El hijo mayor tendría unos 10 años. A este le seguían dos niñas, una de 7 años y la última de 5 años. El joven se miraba cansado, con esperanza desinflada.

A la joven le vi frente a una escuela esperando a que su hijo, quien venía corriendo a darle un abrazo a su mamá. Ella, al escuchar el llamado de su hijo, de unos cinco años, terminó la llamada del teléfono inmediatamente y lo recibió con un abrazo. Madre e hijo intercambiaron ríos de sonrisas y alegría. Ella se miraba con una compostura controlada y los alaridos de amor de su hijo le encendían una llamarada de ternura en los corazones de cualquier espectador que estuviera presenciando la escena.

Lo único que me quedo pensar fue en el dicho «La vida y sus vueltas».


Sobre «El bebé de la discordia»

Cuando vivía en California mis vecinos se alegaba a cada rato. Yo no entendía lo que se estaban alegando porque lo hacían en otro idioma. Un día en la acera nos juntamos, por casualidad, las tres parejas que vivían en mismo piso, y fue allí cuando conocimos al bebé de la discordia. Esa fue la imagen que generó esta historia.

Sobre la serie «Historias sin futuro»

Para marzo del 2018 les traigo la serie «Historias sin futuro». Una colección de narraciones cortas que describen a personas o situaciones. Estas narraciones las empecé a escribir con la intención de practicar, de ejercitar los músculos creativos y generar un proceso con la esperanza de que se convierta en hábito. Les agradezco su visita y como lo he hice con los post de enero y febrero voy a recopilarlos en un chapbook para que ustedes puedan descargar.

Si quieres descargar Hojarasca, el chapbook de Febrero pincha aquí.

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