Tinta negra (parte 1)

Pared de ladrillo con un ladrillo pintado de azul

Tinta negra

Gavino y Bernarda se conocieron en el hospital de Escuintla. Gavino hacia su residencia en la unidad de cirugía general y Bernarda era una enfermera recién graduada. Después del primer paciente que atendieron juntos, todos hubieran jurado que tenía una relación que cruzaban las barreras de la amistad. Hasta cierto punto esto era verdad. Era una relación sin ningún tinte sexual, pero llegó a tener los niveles de confianza de una relación pasional.

El primer paciente que atendieron juntos fue el primer paciente que perdió la vida bajo su cuidado, pero también fue el primer paciente que le dio esperanza a muchos pacientes más. Esta es la historia de como una pareja de salubristas llegó a sacrificar y salvar vidas al mismo tiempo.

El paciente que unió a Gavino y a Bernarda llegó al hospital después de un accidente en bicicleta. Era un joven de 22 años que a menudo practicaba ciclismo estilo libre, sin casco. Su perfil de salud era extraordinario, atleta, sin vicios y sin ninguna enfermedad de transmisión sexual o sanguínea. El tipo de sangre del paciente era O positivo, convirtiéndolo en un excelente donador de órganos en potencia.

Bernarda y Gavino observaban al primer paciente cuando recibieron el anuncio por el altoparlante de la llegada de otro paciente. Este nuevo paciente padecía de insuficiencia renal y se encontraba en estado crítico.

Gavino, relleno de su arrogancia medica, enunció: «Ese paciente va a morir sin un trasplante de riñones. Eso me salva de una cirugía de 6 horas a mí». Esta frase la dijo sin ni siquiera haber leído el expediente medico del paciente recién llegado.

A lo cual Bernarda contestó: «No, si el paciente consigue un donante a tiempo». Cuando Bernarda dijo esto levantaba la vista del portapapeles que contenía el historial del primer paciente y la dirigió hacia el Gavino para luego bajarla en dirección hacia el paciente. Le estaba diciendo con los ojos: «Como a este, por ejemplo».

«Este paciente podría ser un buen candidato para donante de órganos. Con su cerebro tan inflamado, seguro que tendrá problemas después. Su vida no regresará a lo que era antes su accidente. Muy probable no será más que un vegetal». Dijo Gavino en reacción.

«Si la inflamación no baja pronto los daños serán irreversibles. Puede ser tal la inflamación que otros órganos se vean afectados, dejando de ser un buen donador en potencia». Añadió Bernarda sin señales de querer lucir su conocimiento solo buscaba complementar la información dada por Gavino.

Gavino extendió su mano solicitando el portapapeles con el historial. Él quería ver en el formulario si la cajita de donador de órganos estaba marcada con un cheque.

«No esta marcada». Dijo Bernarda al entregarle el portapapeles, leyéndole los pensamientos al doctor.

Con este intercambio de palabras Gavino se dio cuenta de dos cosas una que el formulario fue escrito con lapicero de tinta negra, al igual que el resto de historiales, y que Bernarda era la única enfermera que le había logrado anticipar sus pensamientos.

Bernarda y Gavino se volvieron a encontrar minutos más tarde. Esta vez al lado del paciente nuevo, el que llegó con insuficiencia renal. Este señor de cuarenta cinco años era padre de dos hijas. Ellas cursaban tercero y primero básico. Sus riñones estaban deteriorando debido a una diabetes que no fue detectada a tiempo. Antes de que Gavino pudiera decir algo, Bernarda le indicó: «su perfil de antígenos HLA-DR, HLA-B y HLA-A esta en la última página de su historial médico». Mientras le entregó el portapapeles. Después de un momento de análisis de los resultados Gavino levantó la vista «necesitamos…». Bernarda lo corto a medio frase diciendo: «la solicitud del perfil de antígenos del paciente anterior». Entregándole una hoja de papel junto con un lapicero de tinta negra.

«Gracias, me encargaré de llenarla. Por favor, quiero estos resultados hoy».

«Sí. Doctor». Respondió Bernarda.

Los dos pacientes terminaron siendo compatibles en sus perfiles inmunológicos. El primer paciente terminó con una equis sobre la cajita que lo convertía donador de órganos y con una muerte encefálica supuestamente causada por las heridas de su accidente. Digo supuestamente porque su muerte estaba más relacionada con los cuidados dados por Bernarda y Gavino que por su accidente. El segundo paciente, el que sufría de insuficiencia renal, terminó con un par de riñones que funcionaban. Los riñones tenían 22 años de uso, pero estaban en buenas condiciones. También adquirió una prescripción vitalicia de ciclisporina, un medicamento necesario para minimizar el rechazo de su cuerpo a sus riñones nuevos.

Las córneas, el hígado, y el corazón del ciclista accidentado también fueron cosechados y trasplantados a diferentes pacientes en varias partes de Guatemala. Sus pulmones tuvieron un viaje un poco más largo, llegaron hasta El Salvador. Este fue uno de los primeros órganos que sentaban las bases para un tratado internacional que permitiría flujo apresurado de órganos de trasplante a través de fronteras. Un nuevo logro de la globalización.

Cuando Gavino se enteró de que la operación en El Salvador fue un éxito invitó a Bernarda a un café y con un pequeño chocar de vasos de duroport sellaron una amistad, una alianza que los llevaría a sacrificar pacientes para poder salvar a más pacientes.


Sobre Tinta negra

Tinta negra empezó como una historia que quería exponer la contradicción de alguien bueno haciendo algo malo a alguien malo haciendo algo bueno, pero no salió así.

Una vez esten publicadas puedes encontrar otras partes de la historia aquí: parte 2, parte 3, parte 4 y parte 5.

Sobre la serie «Historias sin futuro»

Para marzo del 2018 les traigo la serie «Historias sin futuro». Una colección de narraciones cortas que describen a personas o situaciones. Estas narraciones las empecé a escribir con la intención de practicar, de ejercitar los músculos creativos y generar un proceso con la esperanza de que se convierta en hábito. Les agradezco su visita y como lo he hice con los post de enero y febrero voy a recopilarlos en un chapbook para que ustedes puedan descargar.

Si quieres descargar Hojarasca, el chapbook de Febrero pincha aquí.

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